En matemáticas utilizamos los números de una forma adimensional sin embargo en física siempre van acompañados de unidades.
Cualquier magnitud fundamental (longitud, masa, tiempo,…) o sus derivadas (velocidad, densidad, fuerza,…) requieren reflejar la unidad que estamos considerando.
No podremos decir una masa de 3 o una velocidad de 2. Eso no quiere decir nada. ¿3 gramos, 3 kilogramos, 3 toneladas? ¿2 m/s, 2 km/h?.
Más aun, antes nos hemos tenido que poner de acuerdo en qué es un metro o un kg o un segundo. Es decir nos hemos tenido que poner de acuerdo en los patrones de comparación y en que todos manejemos los mismos.
Mucho antes del establecimiento del Sistema Internacional de Unidades (SI) que se utiliza en casi todo el mundo, y que nos parece que siempre ha estado ahí, los patrones para comparar eran objetos naturales individuales.
Así han sido patrones naturales: dedos (números de dedos -10 dedos, origen del sistema decimal-), palmos, codos, pies, varas -su longitud se marcaba en la fachada de los ayuntamientos para servir de referencia-, sacos lleno de grano, cántaras, barriles (todavía se sigue hablando de barriles de petróleo), fanegas, celemínes y muchos otros.
Muchos de estos antiguos patrones están en desuso, aunque nunca sabes dónde te puedes encontrar un celemín 😉