Desde que empecé a dar clases de matemáticas y física me he encontrado con muchos tipos de alumnos. Lo cierto es que las matemáticas y la física siempre producen amor u odio. No suele haber términos medios.
Y ahora bien, ¿por qué pasa esto? Muy sencillo, cuando solucionamos un problema y vemos que somos capaces de hacerlo nosotros solos nos venimos arriba. ¿Que me ha salido este..?, !Ponme otro que lo saco! Entramos en un círculo en el que el reto nos pide buscar un reto mayor. Pero, ¿qué pasa si no encontramos la solución? O peor aún, ¿ qué pasa si el compañero de al lado, o el resto de compañeros sí la encuentran?
Ahí empieza el problema, y es que empezamos a dejar de creer en nuestra capacidad. Pensamos: » si no me ha salido este será que yo no valgo para las mates», o «profe esto es muy difícil para mí». Y aquí viene lo importante:
Es cierto que las personas tenemos cerebros muy diferentes, algunos sobresalimos en música, otros en dibujo artístico, otros son geniales actores o actrices. Pero también es cierto que como más nos desarrollamos es realizando el esfuerzo de aprender aquello que nos cuesta más.
Es muy fácil correr maratones si eres Usain Bolt, probablemente aunque nunca hubiese entrenado en su vida seguiría corriendo más que tú que sales a correr todos los días.
Es muy fácil ser músico si tus padres tocan instrumentos y llevas toda la vida escuchando música en casa. Pero, ¿no crees que serás más polivalente si te esfuerzas no solo en lo que te gusta sino también en lo que te cuesta?.
Además, cuando consigas entender los problemas y veas que eres capaz, ¿no te dará mayor satisfacción? Total, si ya eres el más rápido de la clase, ¿ te sientes orgulloso cuando vuelves a ganarles a todos en la carrera?
Pues eso, sal de tu zona de confort aunque sea por un rato, y sobre todo, cree en tí.